06 enero 2009

Dimensión Psicológica

La existencia de grupos es inherente a toda sociedad. Desde siempre los seres humanos tendieron a reunirse con aquellos con quienes tenían valores o ideas afines, formando comunidades distinguibles por su propia cultura.

Sin embargo, puede decirse que es fundamentalmente en el período de la adolescencia en el cual los individuos necesitan forjar su identidad mediante el sentido de pertenencia a un grupo. Pasar a la adultez es un proceso complejo que conlleva innumerables crisis internas; pues, durante esta etapa la persona debe romper con los mandatos paternos para generar sus propios esquemas de pensamiento y sistemas de valores.

Así, en el esfuerzo inconsciente por cristalizar lo propio, el adolescente comienza a conversar con sub culturas -para él desconocidas- en un proceso de mediación en el cual adhiere a algunas ideas y deja de lado otras. Por esta razón, muchos jóvenes forman parte de movimientos under, en los que se congregan compartiendo mismos ideales. Finalmente, los grupos se disuelven o regeneran en nuevos, reelaborando los contenidos que les dieron origen.

Pero la historia de los grupos sociales es tan compleja como la historia del hombre mismo. Y a medida que las nuevas tecnologías se van desarrollando, las formas de sociabilidad también evolucionan. Hasta hace unas décadas atrás las distintas tribus urbanas se agrupaban en plazas, galerías céntricas, bares y pubs. Hoy, a través del uso de las aplicaciones que nos provee la web 2.0, las personas encontraron una manera bien distinta para reafirmar su propia identidad como miembros de un grupo.

Por medio de las redes sociales aquellos que pertenecen a una idéntica subcultura generan experiencias participativas que refuerzan los procesos de sociabilidad estrechando vínculos con aquellos que comparten sus mismas creencias, estilos, esquemas de pensamiento y modos de abordar y entender la realidad.

Es en este mismo escenario donde las distintas tribus sociales se nuclean en función de preferencias, gustos, valores y estilos. En el contexto web 2.0 los internautas comparten experiencias comunes y desarrollan procesos de identificación que potencian su rol como miembro de un grupo social; al mismo tiempo que rechazan aquellos elementos con los cuales no se sienten identificados.

Tal es el caso de las comunidades de floggers o emos que encuentran en la red un espacio virtual en el cual ponen en común sus experiencias individuales. Así, suben videos, fotos y comentarios destinados a quienes forman parte de su misma tribu, revalidando su lugar de pertenencia al grupo.

La mediación tecnológica que reside en estas “nuevas” formas de relación social y, por lo tanto, de construcción identitaria, se muestra cada vez con más fuerza a medida que los desarrollos tecnológicos posibilitan el uso de herramientas diferentes; tal es el caso de las imágenes tomadas desde los celulares que los flogger o los emo publican en sus páginas para compartir con los demás miembros del grupo.

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