El modelo de la Web 1.0 se limitaba a un espacio de publicación de contenidos corporativos y de servicios, sin participación abierta ni gratuidad en contenidos o servicios de alta relevancia. Las comunidades se formaban fundamentalmente a partir de la oferta de servicios, prescindiendo de espacios para que los miembros publicaran contenidos.
En la medida que aumentó el intercambio abierto, libre y gratuito de desarrollos tecnológicos fue consolidándose una sub-cultura basada en la apertura a la que se incorporaron conceptos como: innovación cooperativa, construcción social de la tecnología o propiedad comunitaria.
Esta revolución tecnológica y también social hace posible la exploración de nuevas formas de organizar y compartir la información, que al mismo tiempo se convierten en una oportunidad para intercambiar el conocimiento distribuido entre las personas de todo el mundo (conectado).
Bajo esta perspectiva, la posibilidad de subir material, fotos, videos, música, etc., genera un tipo de intercambio más rico, sobre todo si se toma en cuenta el hecho de que en muchos casos existe una reelaboración on line de la cultura por parte de los usuarios.
En este sentido, cabe destacar que en la comunidad virtual también existen grupos que comparten una misma sub cultura. Estos crean y consumen contenidos de acuerdo a sus preferencias y gustos, en un proceso unipersonal y colectivo, donde cada miembro del grupo se apropia de los contenidos elaborados por sus pares y genera nuevos. Así, se potencian los vínculos entre los individuos del grupo al tiempo que se reafirma la identidad del grupo en cuanto tal.

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